Venezolanos en Perú con COVID-19 son olvidados por las autoridades
Mami, ya no puedo hablar. Las últimas palabras que la venezolana Yurancy Castillo le escribió a su madre Mery Arroyo (54), las hizo desde un hospital de Arequipa días antes de morir a causa del Covid-19.
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Yurancy falleció el 17 de junio y se convirtió en parte de un grupo sin registro en el Perú, pues ninguna autoridad tiene la cifra oficial de venezolanos fallecidos por el nuevo coronavirus. “Es imprescindible tener datos más detallados para justificar las políticas públicas. Los centros de salud sí deberían tener un registro, pero en la realidad eso no funciona bien. Lo único que sabemos es que el número de migrantes afectados por el Covid-19 es significativo”, alerta Percy Castillo, adjunto para los Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo.
“Ella quería regresar”
Yurancy llegó por tierra al Perú hace dos años junto a su novio, en busca de un futuro. Trabajó como mesera, vendedora de máquinas de coser, entre otras labores, para sobrevivir y enviarle dinero a su mamá. Tiempo después llegaron a Lima sus dos hermanos mayores, con quienes vivió hasta antes del inicio de la cuarentena. Luego, la joven de 30 años volvió a Arequipa con su pareja y fue en aquella región donde el virus ingresó a su cuerpo. “Mi hija mayor me avisó que Yurancy estaba internada en un hospital, llevaba cinco días de fiebre y solo le daban oxígeno. No recibió ninguna medicina los primeros días. Un domingo, la misma Yurancy me dijo que nadie la atendía”, asegura Mery.
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Cuando Yurancy pasó a cuidados intensivos, el costo de las medicinas era insostenible. Entonces su familia inició una cadena de ayuda a través de redes sociales y recibió apoyo, con lo que se pudieron cubrir los gastos. “Pero ¿cuántos venezolanos están solos? ¿Por qué las autoridades no los ayudan? Todos somos hermanos”, dice Mery.
Según la embajada de Venezuela en el Perú, hay 830 mil
ciudadanos de esa nacionalidad en el territorio nacional, lo que convierte al
país en el segundo receptor de estos migrantes en el mundo. Sin embargo, la
cifra de afectados por el Covid-19 aún es desconocida.
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FOCALIZADAS EN LIMA
Y aunque parezca increíble, el Centro
Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud registra solo 10 extranjeros
fallecidos (entre todas las nacionalidades). En tanto, para la embajada, hasta
hace dos semanas había 42 muertos y 331 infectados. Para la ONG Haciendo Futuro
en Lima ya hay 62 decesos y más de 3 mil contagios.
Entre estos números, que representan
más que eso, está Yurancy. “Ella quería volver a Venezuela cuando
pase la pandemia”, dice Mery, que ahora solo espera las cenizas.
“Lo vi morir”
La tarde del 2 de junio, Ana Aponte
vio morir a Eduardo Domínguez, su esposo y padre de sus dos hijas (una de 10
años y la otra de apenas meses). “La situación lo obligó a trabajar trece horas
en el inclemente frío”, recuerda. Y es que tras ser despedido de un restaurante
en plena pandemia, encontró trabajo como vigilante en un matadero de pollos.
Eduardo era asmático, pero también el único sustento de su familia.
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A SU FAMILIA
Cuando ambos comenzaron a presentar
síntomas, tuvieron temor de contarlo. Les embargó el miedo a ser desalojados
del cuarto que alquilaban en San Martín de Porres. “Un familiar de
mi esposo nos dio unas medicinas que le habían sobrado de su tratamiento. Yo
comencé a mejorar, pero él no. Llamamos al 113, nunca llegaron. Él temía ir a
un hospital, sentía que ya no iba a regresar. Nunca tuvo síntomas graves, pero
ese día amaneció con fiebre, comenzó a delirar. Yo solo grité, no me atreví a
creer que mi esposo ya había muerto”, recuerda.
Para Percy Castillo, de la Defensoría
del Pueblo, el primer problema que se debe solucionar es la regularización
de la situación migratoria de los venezolanos y, con este registro, ofrecerles
los derechos que tienen como ciudadanos. “Una persona en situación de
irregularidad siempre será susceptible de ser explotada en el trabajo y
propensa a quedarse sin acceso a la salud”.
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La mayoría de venezolanos solo
cuenta con solicitud de refugio, pero para acceder al Seguro Integral de Salud
(SIS) deben tener un carné de extranjería y hasta febrero de este año solo 2
mil (2%) lo tenían.
Si bien hay una reciente norma que
permite el acceso al SIS para todos los extranjeros con
Covid-19, “es insuficiente”, dice Castillo, porque hay venezolanos que padecen
de otros males y no son atendidos.
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Hasta el 2019, solo el 4.6% de
venezolanos contaba con SIS.
“No hemos recibido bonos y sé que
esto no pasa solo con los venezolanos. Me siento como una hormiga a la deriva,
solo sé que con la ayuda de Dios tengo que seguir, aun con el dolor de estar
lejos de casa”, agrega Ana.
Y Castillo finaliza: “El migrante no
tiene el apoyo familiar como el peruano. No encuentra a quién recurrir para
pedir auxilio en casos de emergencia”.
Claves
Trabajo. El 89% de venezolanos no cuenta con un contrato
formal de trabajo, advierte la Defensoría. Ante ello, el embajador Carlos Scull
pide que los títulos de sus compatriotas sean homologados con mayor rapidez en
el Perú.
Quieren volver. El 20% de venezolanos quiere volver a Venezuela, asegura Paulina Facchin, de la
ONG Haciendo Futuro en Lima. “Al menos allá tienen el apoyo de su familia”.
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